Quizás sea la etapa más larga y la más apasionante de este arte, ya que seguimos aprendiendo cada día y disfrutando de nuestros árboles y los momentos que nos regalan, pero aparte de esto, vamos viendo que entendemos conceptos que antes se nos quedaban muy lejanos. Nos atrevemos con los diseños de nuestros árboles y controlamos los tiempos de cultivo. Vemos que los árboles mejoran con cada uno de nuestros trabajos y somos capaces de dar consejos a alumnos iniciados.

Seguimos disfrutando de las enseñanzas de las personas que nos ofrecen sus consejos y vivimos el bonsai desde otro prisma. Empezamos a vivir el bonsai desde dentro, y como alguna vez he llegado a escuchar, tú corazón transmite bonsai. Nuestra vida gira entorno al bonsai y forman parte de nuestra rutina diaria, y de lo que es más importante, nuestra familia.

Lo más importante de esta etapa, y lo más bonito, es el vínculo que se establece entre tus árboles y tú. Ellos expresan tus estados de ánimo, son tu fiel reflejo y van envejeciendo contigo. 

Los árboles en esta fase tienen un nivel de exquisitez muy elevado y por fin entiendes que no por tener más árboles eres mejor aficionado. Hay que ser selectivo, adaptar tu colección a tu clima y respetar los tiempos de todas las estaciones.

En esta fase hay una componente social muy alta. Nos gusta ir a exhibiciones, participar en eventos pero tenemos que ser conscientes de que no debemos caer en el egocentrismo ni en el protagonismo. Si participamos en estos eventos es porque nos gusta engalanar a nuestros árboles y nos sentimos orgullosos como un padre de sus hijos cuando hacen la primera comunión, se graduan o se casan. Son días grandes para el alumno propiamente dicho. 

Además, empiezas a estrechar vinculos con gente que al igual que tú están en esta fase y que les encanta hablar horas y horas de árboles y todo lo relacionado con este arte. Al igual que tú, disfrutan el bonsai.

Como veis, todo es desde mi punto de vista, y me gustaría saber vuestra opinión!

¿Que me decís?