Hoy os voy a contar una historia de miedo, una de esas que solo con pensarla se te ponen los pelos de punta. Es una historia que da comienzo como cualquier otra, en una mañana fría de invierno del mes de marzo. Pero no un mes de marzo cualquiera...un mes de marzo de los que el viento no deja de soplar y soplar, de los que hay que echarse piedras en los bolsillos para salir a andar y de los que terminan por despeinar hasta a los que a como a mí, ya no nos quedan pelo en la cabeza.
Esta historia continua como muchas otras historias de bonsaista. De esos que tienen todo bien colocado en el jardín, todas las cosas bien ordenadas y todos los árboles bien sujetos, o al menos, eso parecía.
La noche de marras, no dejó de soplar el viento ni un segundo, un viento cruel, un viento asesino, y en mitad de la noche un ruido carácteristico interrumpe la noche. Catacrack!
Pero nuestro protagonista piensa...eso será en casa del vecino... y por miedo a lo que sabe que ha pasado no revisa su jardín.
Así que a la mañana siguiente, cuando la calma del viento atronador da un respiro, se pueden ver los estragos de su festín. La victima no ha tenido nada que hacer y sólo podemos ver restos del "akelarre"
Las imágenes del árbol no las he querido poner para no herir la sensibilidad de nadie, pero he de deciros que en este accidente "la victima" ha sufrido daños leves.
Parece que la victima ha podido superar el shock del viento, por lo que lo primero que hemos hecho ha sido colocarle una maceta de entrenamiento para que no se desmorone el cepellón y evitar que se sequen las raíces y sufra más de la cuenta. Parece que el peligro ha pasado:
Después de superar los primeros momentos de pánico, he mirado entre las macetas que hay por casa y la ha pesadilla ha continuado! No tengo ninguna maceta que ponerle!
¿Y ahora qué?
¿No puede pasarme esto a mí?
Así que hemos tenido que llamar a nuestro salvador Javier para que me buscase alguna de su enorme stock y me ha podido dejar una maceta. La pesadilla continúa cuando vemos que la maceta elegida es un pelín "fea", pero en fin...lucir esta maceta será el recuerdo de esa noche de terror en la que el viento se cebó con este árbol. Así que...trasplante, sin tocar raíces y a seguir cultivando.
Pasadas unas semanas del accidente el estado del árbol es el siguiente, por lo que parece que al final la historia de terror va a quedar en una anécdota más que contar.
Por lo que mi consejo: Revisad los anclajes de vuestros árboles para evitar sorpresas desagradables.